Sumo: la lucha japonesa
- Publicado el : 29/04/2020
- Por : M.M. / O.F.
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El peso del cielo
El sumo, arte marcial emblemático de Japón, es mucho más que un simple deporte de combate. Verdadero monumento religioso, histórico y popular, encarna el alma misma de la cultura japonesa a través de sus rituales milenarios y su dominio de la fuerza bruta. En la arena, dos cuerpos colosales chocan durante unos segundos intensos, cristalizando la violencia ritualizada hasta el extremo. Esta forma ancestral de lucha, que apareció por primera vez hace unos 1500 años, sigue fascinando tanto por su dimensión espiritual como por el impresionante tamaño de sus practicantes.
Los orígenes mitológicos e históricos del sumo
Las raíces del sumo se hunden en la mitología japonesa. El primer registro escrito de esta disciplina se remonta al año 712 en el Kojiki, uno de los textos japoneses más antiguos, que narra la lucha entre dos deidades: Takemikazuchi, el dios del trueno, y Takeminakata, el dios del viento. Se dice que este duelo mítico determinó la posesión de las islas japonesas, lo que permitió al pueblo liderado por Takemikazuchi colonizar el archipiélago y fundar la familia imperial de la que desciende el actual emperador.
Otro texto fundacional, el Nihon Shoki (720), menciona la batalla entre Nomi-no-Sukune y Taima-no-Kuehaya durante el reinado del emperador Suinin. Nomi-no-Sukune salió victorioso y ahora es venerado como el "padre del sumo" y considerado el santo patrón de los luchadores, con un santuario dedicado a él en el distrito Ryōgoku de Tokio.
Más allá de estos relatos legendarios, los historiadores creen que la lucha de sumo apareció por primera vez hace unos 1.500 años, inicialmente en forma de rituales religiosos sintoístas. Estos enfrentamientos, acompañados de danza y teatro, se dedicaban a los kami (deidades) para obtener su benevolencia y garantizar buenas cosechas. El sumo era entonces un ritual agrario antes de convertirse en un rito global por la paz y la prosperidad.
En el siglo VIII, durante el periodo Nara, el sumo pasó a formar parte de las ceremonias de la corte imperial bajo el nombre de sechie-zumo. Se organizaban torneos anuales, acompañados de música y danza. En esta época, los combates, que mezclaban boxeo y lucha, permitían casi cualquier golpe, muy lejos de la forma codificada que conocemos hoy.
Características fundamentales de la lucha de sumo
El combate de sumo se caracteriza por su aparente sencillez y su profundo tecnicismo. El objetivo es claro: conseguir que el adversario salga del círculo sagrado (dohyō) o toque el suelo con una parte del cuerpo que no sea la planta de los pies. Sin embargo, esta aparente sencillez esconde una impresionante riqueza técnica.
El dohyō, elemento central de la lucha, es una plataforma cuadrada de arcilla compactada, elevada de 34 a 60 cm. En el centro hay un círculo de 4,55 metros de diámetro delimitado por balas de paja ancladas a la plataforma. Este círculo simboliza el cielo, mientras que la cuerda que lo rodea representa la tierra. Sobre la arena hay un techo suspendido de estilo shinmei-zukuri, similar al de los santuarios sintoístas, que transforma la zona de lucha en un lugar verdaderamente sagrado.
Los luchadores, conocidos como rikishi (literalmente "hombres fuertes"), sólo llevan un mawashi, una banda de tela ceñida alrededor de la cintura y la entrepierna que puede medir hasta 14 metros de largo, dependiendo de la complexión del luchador. Este mawashi es la única sujeción sólida permitida durante el combate. Los luchadores de las divisiones superiores llevan un mawashi de seda, mientras que los de las divisiones inferiores se conforman con un mawashi de algodón.
A diferencia de muchos deportes de combate, el sumo no tiene categorías de peso. Por lo tanto, un rikishi puede enfrentarse a un oponente que pese el doble que él. Sin embargo, los luchadores de las divisiones superiores suelen pesar alrededor de 150 kg, un equilibrio ideal entre estabilidad y agilidad.
El combate propiamente dicho comienza con una serie de complejos rituales preparatorios. Tras ser llamados por el yobidashi (anunciador), los luchadores suben al dohyō y realizan el shiko, golpeando el suelo poderosamente con los pies para ahuyentar a los malos espíritus. A continuación arrojan sal sobre la arena (kiyome no shio) para purificarla y beben "agua de la fuerza" (chikara-mizu), que luego escupen.
El combate comienza a la señal del gyōji (árbitro), que presenta su abanico. Los luchadores deben tocar primero el suelo con ambos puños para aceptar el enfrentamiento, y luego arremeter el uno contra el otro en lo que se conoce como el tachi-ai. Este primer contacto, el atari, suele ser impresionantemente violento. Los rikishi pueden utilizar 82 agarres oficiales (kimarite) para derrotar a su oponente, pero ciertos gestos como tirar del pelo, golpear con el puño cerrado o estrangular están estrictamente prohibidos.
Vida cotidiana y entrenamiento de los rikishi
La vida de un rikishi está enteramente dedicada a su arte, y sigue un ritmo inmutable dictado por una férrea disciplina. Los jóvenes luchadores suelen ingresar en los establos de sumo, o "heya", alrededor de los 15 años. Estos establecimientos sirven como campos de entrenamiento, dormitorios y residencias permanentes para los sumotori.
El día comienza muy temprano, normalmente sobre las 5.30 o las 6 de la mañana. Los luchadores se levantan y comienzan inmediatamente su keiko, la sesión matutina de entrenamiento, siempre con el estómago vacío para estimular el apetito. Antes incluso de empezar los ejercicios físicos, tienen que limpiar los dormitorios y barrer y rastrillar meticulosamente el suelo de la arena de entrenamiento.
El entrenamiento comienza con rigurosos estiramientos, realizados en grupo y al ritmo con precisión milimétrica. Aunque el imponente tamaño de los rikishi pueda sugerir lo contrario, el sumo es ante todo una disciplina técnica que requiere flexibilidad y agilidad. Los luchadores practican a diario para dominar los 82 agarres diferentes que componen el arsenal técnico del sumo.
Tras varias horas de entrenamiento intensivo, llega la hora de la primera comida, normalmente hacia el mediodía. El plato principal es el chanko nabe, un guiso extremadamente rico en proteínas especialmente diseñado para los sumotori. Este plato, acompañado de una impresionante cantidad de arroz y, a menudo, de cerveza, proporciona las calorías necesarias para engordar: los rikishi ingieren una media de 5.000 a 8.000 kcal al día. Tras esta copiosa comida, la siesta es esencial para favorecer la asimilación de nutrientes y el aumento de peso.
Existe una jerarquía muy estricta dentro del establo. Los más jóvenes sirven y ayudan a los mayores, preparando el chanko nabe, cociendo el arroz y ocupándose de todas las tareas domésticas. Esta estructura jerárquica es fundamental para aprender los valores de respeto y humildad del sumo.
Aunque el objetivo es ganar peso, elintenso entrenamiento permite a los rikishi desarrollar una masa muscular considerable bajo su capa de grasa. Contrariamente a la creencia popular, los sumotoris en activo suelen gozar de buena salud a pesar de su aparente exceso de peso, ya que su grasa es principalmente subcutánea y no visceral. Es a menudo después de la jubilación, en torno a los 30 años, cuando pueden surgir problemas de salud si no se adapta la dieta y se mantiene la actividad física.
Ver el entrenamiento de sumo en Japón
Jerarquías y torneos en el mundo del sumo
El mundo del sumo está estructurado por una jerarquía compleja y rigurosa que determina el estatus de cada luchador. Hay alrededor de 600 luchadores en el sumo profesional, divididos en seis divisiones distintas, de la más alta a la más baja: Makuuchi, Jūryō, Makushita, Sandanme, Jonidan y Jonokuchi.
La división Makuuchi, la élite del sumo, comprende 42 luchadores divididos en cinco rangos: Yokozuna (gran campeón), Ōzeki (campeón), Sekiwake, Komusubi y Maegashira. El título de Yokozuna es el más prestigioso y solo se concede a los luchadores que han demostrado una excelencia constante -generalmente tras ganar al menos dos torneos importantes de forma consecutiva- y cuya dignidad moral es irreprochable. A diferencia de los demás rangos, el título de Yokozuna se conserva de por vida, aunque un luchador debe retirarse si ya no puede mantener un rendimiento digno de su estatus.
Los 70 luchadores de las divisiones Makuuchi y Jūryō se conocen colectivamente como sekitori y son los únicos que reciben un salario de la Asociación Japonesa de Sumo. Dentro de cada categoría, los rangos se subdividen a su vez en Este y Oeste, siendo la posición Este ligeramente más honorífica.
Las clasificaciones, o banzuke, se publican unas dos semanas antes de cada torneo y determinan los rivales a los que se enfrentará cada luchador. La clasificación cambia después de cada torneo en función de los resultados obtenidos: un luchador que haya ganado más combates de los que haya perdido (kachi-koshi) verá mejorada su clasificación, mientras que un récord negativo (make-koshi) le llevará a descender de categoría.
El calendario anual del sumo profesional se estructura en torno a seis grandes torneos llamados hon-basho, cada uno de 15 días de duración:
- Hatsu basho en Tokio en enero
- Haru basho en Osaka en marzo
- Natsu basho en Tokio en mayo
- Nagoya basho en Nagoya en julio
- Aki basho en Tokio en septiembre
- Torneo de Sumo de Fukuoka(noviembre) en Fukuoka
Durante estos torneos, los sekitori compiten en 15 combates, uno por día, mientras que los luchadores de las divisiones inferiores compiten en sólo siete. El luchador con más victorias en su división recibe el trofeo yūshō. En la división Makuuchi se pueden conceder otras distinciones, como el kinboshi (estrellas de oro) para un maegashira que vence a un yokozuna, o los tres premios especiales (sanshō): el premio a la técnica (ginō-shō), a la actuación sobresaliente (shukun-shō) y a la lucha (kantō-shō).
Entre los torneos oficiales se organizan giras regionales (jungyō) por todo Japón y a veces por el extranjero, que dan al público la oportunidad de ver demostraciones de sumo en un ambiente más informal y de conocer a los luchadores.
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Los rituales y ceremonias que rodean los combates
El sumo se distingue por la riqueza de los rituales y ceremonias que rodean cada combate, testimonio de sus orígenes religiosos sintoístas. Estas prácticas ancestrales, lejos de ser meras tradiciones populares, son la esencia misma de este deporte sagrado.
El día del torneo comienza con la ceremonia de entrada al ring, o dohyō-iri. Los luchadores de la división Makuuchi, ataviados con su keshō-mawashi (delantal ceremonial ricamente decorado), desfilan alrededor del dohyō por orden de rango. A continuación realizan un ritual colectivo en el que aplauden para atraer la atención de los dioses, levantan los brazos en señal de respeto y levantan ligeramente sus delantales ceremoniales para mostrar que no ocultan armas.
Los yokozuna tienen una ceremonia de entrada especial, más solemne. Acompañados por un asistente (tsuyuharai) y un portador de espada (tachimochi), llevan una cuerda sagrada blanca (shimenawa) alrededor de la cintura, similar a la que delimita los espacios sagrados en los santuarios sintoístas. A continuación, realizan una serie de gestos rituales en uno de los dos estilos tradicionales: unryū (en el que el brazo izquierdo se extiende hacia delante) o shiranui (en el que ambos brazos se extienden).
Antes de cada combate, los luchadores realizan rituales de purificación. Se enjuagan la boca con agua sagrada (chikara-mizu) para purificar su cuerpo y su mente. Luego arrojan puñados de sal sobre la arena (kiyome no shio) para purificarla y alejar a los malos espíritus. La sal es un elemento purificador fundamental en el sintoísmo.
La fase de preparación del combate, conocida como shikiri, está meticulosamente codificada. Los luchadores se agachan cara a cara, aplauden para atraer la atención de los dioses (kashiwade) y luego extienden los brazos para mostrar que no llevan armas (chiri-chōzu). Pueden repetir estos gestos varias veces, en una especie de guerra psicológica para impresionar al oponente, antes de tocar simultáneamente el suelo con ambos puños, señal de que están de acuerdo en comenzar el combate.
La duración del shikiri está estrictamente regulada: 4 minutos para la división Makuuchi, 3 minutos para la división Jūryō y 2 minutos para las divisiones inferiores. En el pasado, esta fase podía durar más de una hora, pero se fue acortando gradualmente para adaptarse a las limitaciones de las retransmisiones por radio y luego por televisión.
Al final de cada jornada del torneo tiene lugar la ceremonia del arco (yumitori-shiki), durante la cual un luchador de la división Makushita realiza una danza ritual con un arco. Esta tradición se remonta a la época en que los arqueros demostraban sus habilidades ante el shogun tras los combates de sumo.
Estos rituales, transmitidos de generación en generación, contribuyen a que el sumo sea algo más que un deporte: es una auténtica ceremonia religiosa que mantiene vivas tradiciones ancestrales y honra a los dioses que velan por Japón.
El sumo moderno: entre la tradición y la evolución
El sumo contemporáneo se encuentra en una fascinante encrucijada entre la preservación de las tradiciones ancestrales y la adaptación a las realidades del mundo moderno. Deporte emblemático de Japón, se enfrenta a numerosos retos para mantener su relevancia sin perder su esencia cultural única.
Uno de los cambios más notables del sumo moderno es lacreciente internacionalización de sus practicantes. Desde la década de 1960, ha habido una creciente presencia de luchadores extranjeros en las filas profesionales, primero con hawaianos y polinesios estadounidenses, y luego, a partir de la década de 1990, con la llegada masiva de luchadores mongoles. Estos últimos dominan ahora la élite del sumo, como atestiguan las excepcionales carreras de Asashōryū, Hakuhō, Harumafuji o Kakuryū. Otras nacionalidades también se han distinguido, como los luchadores búlgaros, estonios, georgianos e incluso egipcios.
Esta globalización ha provocado reacciones contrapuestas en Japón. Algunos la ven como una amenaza para la identidad cultural del sumo, lo que llevó a la Asociación Japonesa de Sumo a introducir en 2002 cuotas que limitaban a uno el número de luchadores extranjeros por establo. Para otros, esta apertura atestigua la grandeza universal del sumo y su capacidad para trascender las fronteras culturales.
Al mismo tiempo, el sumo se enfrenta a una crisis vocacional entre los jóvenes japoneses. El número de candidatos nacionales desciende año tras año, hasta el punto de que en 2007 las pruebas de selección tuvieron que cancelarse por falta de participantes. Esta falta de interés se explica por la reconocida dureza de la vida como rikishi, las escasas perspectivas profesionales para quienes no alcanzan la élite y la competencia de otros deportes como el béisbol y el fútbol, más populares entre la juventud japonesa.
El sumo también se ha visto sacudido por una serie de escándalos en las últimas décadas, que han empañado su imagen de deporte noble y virtuoso. Los casos de maltrato a jóvenes aprendices, que culminaron con la trágica muerte de un joven luchador en 2007, han revelado los aspectos problemáticos del sistema tradicional de aprendizaje. Los casos de consumo de drogas, apuestas ilegales e incluso amaño de partidos también han asolado este deporte, lo que llevó a la cancelación sin precedentes del torneo de marzo de 2011, el primero desde 1946.
Ante estos retos, la Asociación Japonesa de Sumo se esfuerza por modernizar ciertos aspectos del deporte, preservando al mismo tiempo sus valores fundamentales. Se han mejorado las condiciones de entrenamiento para reducir los abusos y se están haciendo esfuerzos para que el sumo sea más accesible y atractivo para el público actual, sobre todo mediante giras internacionales de promoción y el uso de las redes sociales.
El lugar de la mujer en el sumo sigue siendo un tema controvertido. Según una interpretación tradicional del sintoísmo, las mujeres no pueden estar en el dohyō, considerado un espacio sagrado que "profanarían" con su presencia. Esta exclusión, que a veces se extiende a la imposibilidad de que las mujeres acudan en ayuda de un hombre que se sienta mal en la arena, es objeto de un creciente debate en la sociedad japonesa moderna. Al mismo tiempo, el sumo amateur femenino se ha ido desarrollando, con competiciones internacionales organizadas desde la década de 1990.
A pesar de estos acontecimientos y tensiones, el sumo sigue cautivando el imaginario colectivo, tanto en Japón como a escala internacional. Su capacidad única para combinar fuerza bruta y elegancia ritual, tradición milenaria y espectáculo contemporáneo, lo convierten en un testimonio vivo de la riqueza cultural de Japón y de su capacidad para adaptarse a los cambios del mundo.
Cómo asistir a un torneo de sumo en Japón
Asistir a un torneo de sumo durante un viaje a Japón es una experiencia cultural inolvidable, que le permitirá sumergirse en una tradición milenaria que sigue muy viva. A continuación le explicamos cómo aprovechar al máximo esta aventura única.
Como ya se ha mencionado, el calendario del sumo profesional se basa en seis grandes torneos anuales (hon-basho), cada uno de 15 días de duración: tres en Tokio (enero, mayo y septiembre), uno en Osaka (marzo), uno en Nagoya (julio) y uno en el Torneo de Sumo de Fukuoka (noviembre). Para maximizar sus posibilidades de asistir a un torneo, es una buena idea planificar su viaje en torno a estas fechas.
En Tokio, los torneos se celebran en el Kokugikan, situado en el distrito de Ryōgoku, epicentro del mundo del sumo. Este estadio cubierto con capacidad para 11.000 espectadores, reconocible por su techo de estilo templo sintoísta, alberga también un museo dedicado al sumo, al que se puede acceder gratuitamente fuera de los periodos de torneos.
Hay varias opciones para reservar sus entradas. La más sencilla es comprar las entradas en línea en el sitio web oficial de la Asociación Japonesa de Sumo alrededor de un mes antes del comienzo del torneo. Por lo general, las entradas se agotan muy rápido, así que tenga cuidado con el momento en que se ponen a la venta. También puede recurrir a agencias de viajes especializadas o a hoteles de lujo, que a veces ofrecen paquetes que incluyen las entradas.
Si no ha podido reservar con antelación, debe saber que cada mañana del torneo se pone a la venta un número limitado de entradas (unas 400) directamente en las taquillas del estadio, a partir de las 7.45 horas. Para maximizar sus posibilidades, es aconsejable llegar muy temprano, antes de las 6.00 h, ya que las colas se forman rápidamente. Estos asientos suelen estar situados en la parte superior del estadio, pero siguen siendo una excelente opción de última hora.
Hay varios tipos de asientos disponibles, a distintos precios:
- Los asientos en el suelo (tamari-seki), los más cercanos a la acción, son los más prestigiosos, pero también los más difíciles de conseguir.
- Los palcos tradicionales (masu-seki), espacios cuadrados para 4 personas donde uno se sienta sobre cojines, ofrecen una experiencia auténtica.
- Los asientos escalonados más convencionales (arena-seki) se dividen en categorías A, B y C según su proximidad al ring.
Los precios varían considerablemente, desde los 2.200 yenes (unos 17 euros) de los asientos más baratos hasta los más de 14.800 yenes (unos 115 euros) de los mejores.
Un día de torneo comienza temprano, sobre las 8.30 de la mañana, pero los combates entre luchadores de las divisiones superiores no empiezan hasta primera hora de la tarde. Los combates de yokozuna suelen celebrarse al final del día, hacia las 17.00 horas. Para disfrutar de una experiencia completa, planee llegar al menos para el desfile de entrada de los luchadores de la división Makuuchi, alrededor de las 15:30, un impresionante espectáculo visual con los sumotoris ataviados con sus mejores galas.
Si no puede asistir a un torneo, hay otras opciones para descubrir el mundo del sumo. Por ejemplo, puede asistir a una sesión matinal de entrenamiento en uno de los establos de Tokio. Estas sesiones, conocidas como asageiko, comienzan muy temprano (normalmente sobre las 6.00 a.m.) y permiten observar a los rikishi practicando en su entorno cotidiano.El entrenamiento de sumo a primera hora de la mañana es una experiencia fascinante, pero que exige respeto y discreción. Algunos establos aceptan visitantes sin reserva, mientras que otros requieren la presentación de un japonés o una reserva a través de un hotel.
El distrito Ryōgoku de Tokio también merece una visita para empaparse del ambiente del sumo. Aquí encontrará restaurantes especializados en chanko nabe, el guiso tradicional de los luchadores, a menudo regentados por antiguos rikishi. También es una oportunidad para descubrir otras actividades en Tokio relacionadas con la cultura tradicional japonesa.
Tanto si asiste a un gran torneo como a una simple sesión de entrenamiento, el mundo del sumo ofrece una fascinante visión de la cultura japonesa, combinando fuerza física, tradición milenaria y espiritualidad sintoísta. Es una experiencia a la altura de la de Patricia Loison en la tierra del sumo, tan memorable como la del Yabusame, el tiro con arco tradicional japonés, y que quedará grabada en su memoria mucho tiempo después de su regreso.