Geishas: guardianas de las artes japonesas
- Publicado el : 29/04/2020
- Por : La rédaction
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Mujeres de arte
Las geishas, figuras emblemáticas de la cultura tradicional japonesa, encarnan la esencia misma del arte y el refinamiento nipones. Literalmente "gente de las artes", dedican su vida a practicar las artes tradicionales japonesas para entretener a una clientela adinerada. A menudo malinterpretadas en Occidente y confundidas con prostitutas, las geishas son en realidad artistas consumadas y guardianas de un patrimonio cultural único. Su presencia en la sociedad japonesa representa un puente vivo entre tradición y modernidad. Su número ha disminuido considerablemente con el tiempo, pasando de varios miles en el siglo XVIII a menos de 200 en la actualidad, debido principalmente a la dificultad del aprendizaje y a los sacrificios personales exigidos.
Los orígenes históricos de la profesión de geisha
El término "geisha" fue reconocido oficialmente como profesión por derecho propio en la segunda mitad del siglo XVIII. La historia de las geishas comenzó con la apertura de casas de té (ochaya) en los distritos del placer a principios del siglo XVIII. Contrariamente a la creencia popular, las primeras geishas eran hombres, llamados taikomochi o hôkan, cuyo trabajo consistía en entretener a los clientes con canciones y música.
En la década de 1750, las mujeres comenzaron a ejercer la profesión como "onna geisha" (geisha femenina) o "geiko" en Kioto. Pronto superaron en número a sus homólogos masculinos, que adoptaron el nombre de "otoko geisha" (geisha masculina) para diferenciarse. Hacia 1800, la profesión era exclusivamente femenina.
En 1779, el gobierno japonés formalizó la profesión de geisha y creó una oficina de registro (kenban) para inscribirlas y hacer cumplir la ley que prohibía las relaciones sexuales entre las geishas y sus clientes. La reforma Tenpō, a mediados del siglo XIX, ilegalizó la prostitución y cerró temporalmente los distritos del placer. Cuando volvieron a abrir, el gobierno fijó una tarifa oficial para los servicios de las geishas.
Hasta principios del siglo XX, las geishas eran consideradas referentes de la moda. Con la occidentalización de Japón en las décadas de 1920 y 1930, algunas geishas adoptaron estilos occidentales, pero muchas se opusieron a esta modernización y se posicionaron como guardianas de las tradiciones japonesas, papel que conservan en la actualidad.
Rigurosa formación: aprender las artes tradicionales japonesas
Convertirse en geisha es un trabajo intensivo que requiere años de formación. En el pasado, las jóvenes eran vendidas por sus familias pobres a las okiya (casas de geishas) a partir de los 6 años. Hoy en día, la formación no comienza hasta los 15 años, y las jóvenes deben entrar en esta carrera por voluntad propia, normalmente después de terminar su escolarización obligatoria.
La formación suele comenzar con un periodo llamado "minarai" (aprendizaje por observación), durante el cual las jóvenes siguen y observan a geishas experimentadas. De este modo, aprenden los fundamentos de varias artes tradicionales: chanoyu (ceremonia del té), poesía y literatura japonesas, ikebana (arreglo floral), música (shamisen, tambores tradicionales, flauta japonesa), cómo vestir un kimono y el arte de la conversación.
Las aprendices, conocidas como "maiko" en Kioto, completan su formación acompañando a las geishas establecidas en sus citas. Se desarrolla una relación "fraternal": la geisha mayor transmite sus conocimientos a la más joven y la introduce gradualmente en el círculo cerrado de geishas. La maiko tenía que hacerse un nombre y crear su propia clientela.
El acceso a la categoría de geisha está marcado por la ceremonia del "erikae" (cambio de collar), en la que se abandona el collar rojo de la aprendiz en favor del collar blanco, reservado a las geishas establecidas. Esta exigente formación permite a las geishas dominar las danzas y la músicatradicionales japonesas, y adquirir unos conocimientos generales que les permiten conversar sobre todos los temas con su adinerada clientela.
Los códigos estéticos de las geishas: maquillaje, peinado y vestido
El mundo de las geishas se rige por códigos estéticos extremadamente precisos que afectan a todos los aspectos de su apariencia. El maquillaje de las maiko es especialmente reconocible: sus rostros se cubren con una gruesa capa de polvo de arroz blanco, sus bocas se tiñen de rojo brillante y sus ojos y cejas se redibujan con negro. Cuanto más experimentadas se vuelven las geishas (geiko), menos tienen que maquillarse. A partir de los 30 años, pueden reservar el maquillaje para ocasiones especiales, dejando que brille su belleza natural.
Las geishas sólo llevaban kimonos de seda cuando salían, sujetos con un cinturón ancho (obi) atado a la espalda. La forma del moño revela la edad y el estatus de la geisha: un moño con cola (darari obi) lo llevan las maiko, mientras que un moño corto (taiko musubi) es patrimonio de las geishas de más edad y más establecidas. Del mismo modo, los colores vivos y los estampados suelen reservarse para las geishas más jóvenes.
Vestir un kimono es una tarea compleja debido al peso y la complejidad de los tejidos. Un modista profesional suele ayudar a la geisha en esta tarea; de hecho, es el único hombre autorizado a entrar en la okiya. Los kimonos, tradicionalmente hechos a mano, representan una inversión considerable, con un coste de varios miles de euros.
Los peinados de las geishas son moños tradicionales muy sofisticados, sujetos con peines y horquillas (kanzashi). Para preservar sus peinados, que deben permanecer intactos durante varios días, las geishas duermen utilizando un reposacabezas (takamakura) para evitar que sus cabezas toquen el suelo. Hoy en día, algunas geishas llevan pelucas para evitar la calvicie causada por el esfuerzo que soportan sus cabellos.
El papel social y artístico de las geishas en la sociedad japonesa
Las geishas ocupan un lugar único en la sociedad japonesa como guardianas de la cultura y la tradición. Encarnan el culmen del refinamiento japonés y son profundamente respetadas por su papel en la preservación de las artes tradicionales. Contrariamente a la imagen que a menudo se transmite en Occidente, las geishas no son prostitutas, sino artistas consumadas cuya principal función es entretener con su talento artístico.
El principal trabajo de las geishas es participar en banquetes (zashiki) celebrados en casas de té (ochaya) o restaurantes tradicionales. En estos eventos, utilizan sus dotes artísticas para entretener a una clientela adinerada formada principalmente por hombres de negocios, políticos y personas adineradas. Destacan en el arte de la conversación y poseen un amplio conocimiento general que les permite relacionarse con facilidad en estos círculos elitistas.
Tradicionalmente, no todos los clientes adinerados podían solicitar los servicios de las geishas a voluntad. Tenían que ser recomendadas o presentadas por clientes ya existentes. Esto sigue siendo así en gran medida hoy en día, aunque algunas geishas ofrecen ahora experiencias culturales a los turistas, como ceremonias del té y espectáculos públicos como el de artes tradicionales en el rincón de Gion.
Los servicios de las geishas se cobran según el tiempo que se pase en su compañía. Los clientes también pagan por las comidas y bebidas consumidas durante el encuentro. Una característica particular de este sistema es que la factura, a menudo abultada, se enviaba tradicionalmente algún tiempo después de la reunión, lo que refleja la relación de confianza establecida con la clientela.
La vida cotidiana en una okiya: jerarquía y organización
Las geishas vivían en barrios reservados llamados hanamachi (花街, "ciudades de las flores"), los más famosos de los cuales se encontraban en Kioto, como Gion y Pontochô. Están unidos a una casa de geishas, la okiya, aunque no todas viven allí. Estas casas están dirigidas por una mujer llamada "okasan" (madre), que gestiona el establecimiento y cuida de sus "hijas".
La estructura de una okiya es similar a la de una familia, y las geishas de más edad son consideradas las "hermanas mayores" de las más jóvenes. La okiya se encarga de la formación de las aprendices, proporcionándoles alojamiento, kimonos y el equipo necesario, a cambio de lo cual recibe una parte de sus ingresos hasta que se reembolsan los gastos ocasionados.
Una vez saldadas sus deudas, las geishas pueden elegir entre dos estilos de vida: seguir viviendo con la okiya, que les proporciona alojamiento y kimonos pero se queda con una parte de sus ingresos, o hacerse "independientes" (jimae). En este último caso, tienen que financiar su propia ropa y equipo, pero conservan casi todos sus ingresos. Sin embargo, siguen vinculadas a su okiya, que actúa como su agencia y recibe una comisión.
Las relaciones entre geishas suelen formar verdaderas "líneas de sangre". Cada aprendiz debe encontrar una "hermana mayor" (oneesan) que le enseñe el oficio y la introduzca en el negocio. Esta relación se oficializa en una ceremonia llamada "san san ku do", en la que toman tres sorbos de tres tazones de sake, símbolo de la creación de un vínculo. En esta ocasión, la aprendiz elige su nombre de geisha, a menudo inspirado en el de su oneesan.

Geishas en Kioto
Geishas en el siglo XXI: entre tradición y modernidad
En el siglo XXI, la profesión de geisha ha evolucionado considerablemente, conservando al mismo tiempo sus tradiciones ancestrales. Hoy en día, convertirse en geisha es una elección voluntaria, que suele hacerse en la adolescencia, en torno a los 17 o 18 años, mientras que en el pasado las jóvenes entraban en las casas de geishas siendo niñas. El aprendizaje, aunque sigue siendo largo y difícil, se ha adaptado a las realidades contemporáneas.
El número de geishas ha descendido drásticamente, de varios miles en el periodo Edo a menos de 200 en la actualidad. Este declive puede explicarse por la emancipación de la mujer en la sociedad japonesa moderna, que ahora tiene acceso a otras oportunidades profesionales que le ofrecen independencia y estabilidad financiera. Paradójicamente, en los últimos años ha resurgido el interés por esta profesión, gracias sobre todo a una mejor comunicación a través de los medios tradicionales y digitales.
Las geishas de hoy deben conciliar el respeto a la tradición con la adaptación al mundo moderno. Algunas mantienen una presencia en las redes sociales, participan en eventos culturales internacionales u ofrecen experiencias accesibles a los turistas, como las Veladas de Geishas en Kanazawa. Estas iniciativas contribuyen a preservar y difundir su arte al tiempo que garantizan la viabilidad económica de su profesión.
A pesar de estos avances, la esencia de la profesión de geisha permanece inalterada: siguen siendo artistas dedicadas a dominar y transmitir las artes tradicionales japonesas. Su papel como guardianas de la cultura es más importante que nunca en un Japón en constante modernización, donde encarnan un vínculo vivo con el patrimonio artístico del país.
Dónde encontrar geishas en Japón: los famosos hanamachi
Si quiere ver o conocer geishas en su viaje a Japón, ciertos distritos históricos ofrecen las mejores oportunidades. Estas zonas, conocidas como hanamachi ("ciudades de las flores"), son donde las geishas viven, se entrenan y practican su arte.
Kioto sigue siendo la cuna histórica de las geishas y la ciudad donde es más probable encontrarse con una. El distrito de Gion, especialmente Hanamikoji-dori y Shirakawa-minami-dori, es el más famoso. Si se da un paseo por allí a primera hora de la noche, es posible que vea alguna geisha o maiko de camino a una cita. Un paseo nocturno organizado por Gion puede aumentar sus posibilidades de verlas en su entorno natural.
Otros distritos de Kioto también albergan comunidades de geishas: Pontochô, con su estrecha callejuela que bordea el río Kamogawa; Miyagawachô, cerca del templo Kennin-ji; Kamishichiken, el más antiguo y pequeño de los hanamachi de Kioto; y Shimabara, un distrito histórico menos frecuentado por los turistas.
En Tokio, aunque en menor número que en Kioto, se pueden encontrar geishas en varios distritos tradicionales: Asakusa, con su ambiente del viejo Tokio; Kagurazaka, antiguamente un importante hanamachi; y Shinbashi, donde aún se pueden encontrar algunas casas de geishas en activo.
Para una experiencia más envolvente que la mera observación, puede asistir a actuaciones públicas de geishas. En Kioto, el teatro Gion Corner ofrece representaciones diarias de artes tradicionales, incluidas danzas maiko. Durante la primavera, festivales de danza como el Miyako Odori (Danza de la Capital) y el Kamogawa Odori (Danza del río Kamo) ofrecen la oportunidad de ver a geishas actuar sobre el escenario.
Para vivir una experiencia aún más auténtica, algunos ryokan (posadas tradicionales) y restaurantes de lujo pueden organizar cenas en compañía de geishas, aunque estos servicios son caros y suelen estar reservados a clientes habituales o recomendados. Descubra todas las Actividades en Kioto para enriquecer su estancia en esta ciudad cargada de historia y tradición.