Descubre Nagasaki
- Publicado el : 24/02/2020
- Por : G.L. / J.R.
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Nagasaki, una ciudad portuaria con influencia internacional
Nagasaki es mucho más que una ciudad marcada por la tragedia de la bomba atómica de 1945. Esta ciudad portuaria de la isla de Kyushu, en el suroeste de Japón, ofrece una fascinante mezcla de historia, cultura y singulares influencias internacionales. Enclavada entre el mar y las montañas, Nagasaki posee un patrimonio arquitectónico atípico, lugares conmemorativos conmovedores, barrios cosmopolitas que atestiguan su papel histórico como puerta al mundo y una gastronomía variada. Tanto si es un aficionado a la historia, un fan de los panoramas espectaculares o siente curiosidad por descubrir una ciudad japonesa con un carácter distintivo, Nagasaki bien merece una visita.
La singular historia de Nagasaki
Fundada en el siglo XV por los portugueses, Nagasaki se convirtió rápidamente en un importante puerto y punto de intercambio comercial y cultural entre Japón y Europa. Fue durante este periodo cuando los misioneros católicos llegaron al archipiélago, convirtiendo a parte de la población local y construyendo numerosas iglesias, algunas de las cuales siguen en pie hoy en día. Sin embargo, en 1614, el catolicismo fue prohibido al llegar al poder el shogún Ieyasu Tokugawa, lo que provocó su persecución.
Durante elperiodo Edo (1603-1868), Japón se cerró al mundo exterior y adoptó una política aislacionista conocida como "sakoku". A pesar de este cierre, Nagasaki seguía siendo la única ventana del país a Occidente. Sólo los comerciantes holandeses, establecidos en la pequeña isla artificial de Dejima, podían seguir comerciando internacionalmente con Japón. Esta posición única dio a Nagasaki un estatus especial y configuró profundamente su identidad cultural.
Con la llegada de laera Meiji en 1868, Japón volvió a abrirse al comercio exterior. La prohibición del catolicismo se levantó en 1872, lo que permitió la construcción de la catedral de Urakami, que se convertiría en la mayor de Asia Oriental. Nagasaki se benefició entonces de un intenso comercio con Europa y China, lo que explica la presencia en la ciudad de numerosos monumentos de estilo colonial, templos chinos y santuarios confucianos.
El 9 de agosto de 1945, Nagasaki sufrió el trágico destino de ser la segunda ciudad japonesa alcanzada por una bomba atómica estadounidense. A las 11.02 de la mañana, la explosión alcanzó el distrito de Urakami, matando inmediatamente a unas 40.000 personas. A pesar de este desastre, la ciudad fue capaz de reconstruirse y convertirse en un símbolo mundial de paz y resistencia, conservando al mismo tiempo su singular patrimonio multicultural.
Explore los lugares conmemorativos de la bomba atómica
El Parque de la Paz de Nagasaki es el corazón de los lugares conmemorativos relacionados con la bomba atómica. Creado en 1955 cerca del hipocentro de la explosión, este parque alberga la majestuosa Estatua de la Paz, obra emblemática del escultor Seibō Kitamura. Con sus 10 metros de altura, esta estatua está cargada de simbolismo: su mano derecha apuntando hacia el cielo evoca la amenaza nuclear, mientras que su mano izquierda extendida simboliza la paz eterna. Su rostro, con rasgos tanto occidentales como orientales, representa la meditación universal y la oración por las víctimas.
Cerca de allí se encuentra el Museo de la Bomba Atómica, un lugar conmovedor pero esencial para comprender este acontecimiento histórico. Inaugurado en 1996, este museo expone objetos personales de las víctimas, fotografías impactantes y los conmovedores testimonios de los supervivientes, conocidos como hibakusha. Las exposiciones detallan los devastadores efectos de la bomba en la ciudad y sus habitantes, al tiempo que transmiten un poderoso mensaje en favor de la paz mundial y el desarme nuclear.
Otro importante lugar de recuerdo es el Monumento Nacional de la Paz para las víctimas de la bomba atómica, diseñado por el arquitecto Akira Kuryū. Este memorial subterráneo incluye una sala conmemorativa iluminada por doce pilares de luz que simbolizan la esperanza, y una estantería con los nombres de las víctimas. En su superficie, un estanque circular bordeado de árboles está salpicado de 70.000 puntos de luz de fibra óptica que representan a las víctimas, creando un espectáculo conmovedor por la noche.
La catedral de Urakami, destruida casi por completo por la bomba atómica, fue reconstruida en 1959 cerca del Parque de la Paz. En el parque se conservan algunos restos de la antigua catedral, incluida la campana del Ángelus, expuesta en el Museo de la Bomba Atómica. Este lugar es testigo tanto de la destrucción causada por el arma nuclear como del largo pasado cristiano de Nagasaki.
Todos los años, el 9 de agosto, se celebra una ceremonia por la paz frente a la Estatua de la Paz, en la que el alcalde de Nagasaki pronuncia una declaración por la paz mundial. Estos lugares conmemorativos no son sólo lugares de recuerdo, sino también símbolos de esperanza y reconciliación, lo que convierte a Nagasaki en embajadora mundial de la paz.
Descubra los barrios cosmopolitas y el patrimonio internacional
La isla artificial de Dejima es un fascinante testimonio de la historia de las relaciones entre Japón y Occidente. Construida en 1636 en forma de abanico, esta pequeña isla acogió primero a comerciantes portugueses antes de convertirse, en 1641, en el único puesto comercial holandés autorizado en Japón durante el periodo de aislamiento. Hoy reconstruida y restaurada, Dejima ofrece a los visitantes un auténtico museo al aire libre, con una veintena de edificios de época donde descubrir cómo vivían estos primeros expatriados occidentales en Japón.
El Barrio Chino de Nagasaki, uno de los tres más antiguos de Japón, refleja la influencia cultural china en la ciudad. Con sus animadas callejuelas adornadas con farolillos de colores y decoraciones auténticas, este animado distrito invita a sumergirse en la cultura china. Es el lugar perfecto para degustar especialidades como el champon y descubrir el santuario de Confucio, testimonio de los intercambios culturales chino-japoneses.
Glover Garden y Minamiyamate Hill albergan algunas magníficas residencias coloniales del siglo XIX, como Glover House, construida en 1863 para el comerciante escocés Thomas Blake Glover. Este lugar histórico, ahora museo al aire libre, es testigo de la influencia occidental en la arquitectura local y ofrece unas vistas espectaculares del puerto de Nagasaki. Se dice que inspiró a Puccini para escribir su ópera "Madame Butterfly".
La iglesia de Oura, construida en 1864 por misioneros franceses, es la iglesia católica más antigua de Japón y un tesoro nacional. Este edificio de estilo gótico, dedicado a los 26 mártires cristianos ejecutados en Nagasaki en 1597, es uno de los lugares cristianos ocultos de la región incluidos en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Su presencia atestigua la persistencia de la fe cristiana a pesar de la persecución durante el periodo de aislamiento.
A lo largo del río Nakashima, encantadores puentes de piedra como el Meganebashi (Puente del Espectáculo), construido en el siglo XVII, ofrecen un pintoresco escenario para pasear. Estos puentes, cuyos reflejos en el agua se asemejan a pares de gafas, son uno de los símbolos de la ciudad y unen varios distritos históricos, permitiendo a los visitantes apreciar la arquitectura única de Nagasaki, que mezcla armoniosamente influencias japonesas, chinas y occidentales.
Admire las vistas panorámicas y los espacios naturales de la ciudad
El monte Inasa, a 333 metros sobre el nivel del mar, ofrece lo que muchos consideran una de las tres vistas nocturnas más bellas de Japón. Accesible en teleférico, funicular o a pie para los más deportistas, la cima ofrece una panorámica de 360º de la ciudad, su puerto y la bahía. En un día despejado, se pueden ver hasta las islas Goto al oeste, las islas Amakusa al sur y el monte Unzen al este. El observatorio circular, totalmente acristalado, permite admirar esta impresionante vista de día y de noche, cuando las luces de la ciudad crean un espectáculo mágico apodado "la vista nocturna de 10 millones de dólares".
El Jardín Glover, situado en una colina con vistas a la bahía, es un remanso de paz que combina naturaleza e historia. Este jardín en terrazas, trazado en torno a la antigua residencia del comerciante escocés Thomas Blake Glover, es especialmente popular en primavera, cuando florecen los cerezos, y en otoño, por sus llamativos colores. Al pasear por sus cuidados senderos, se pueden admirar plantas exóticas y disfrutar de espectaculares vistas del puerto de Nagasaki.
Para quienes deseen evadirse en la naturaleza circundante, la isla de Iojima, a sólo 30 minutos de Nagasaki, ofrece una experiencia rejuvenecedora con sus playas de arena y sus onsen (baños termales) al aire libre. Esta pequeña isla es ideal para pasar un día de relax, alternando la natación, el descanso y los relajantes baños calientes con vistas al mar.
Más lejos, el Parque Nacional de Unzen, dominado por el monte Unzen, ofrece a los excursionistas impresionantes paisajes volcánicos y aguas termales sulfurosas. Rutas de senderismo bien desarrolladas permiten explorar este entorno natural único, caracterizado por fumarolas y espectaculares formaciones rocosas.
A una hora en barco desde el puerto de Nagasaki, la isla abandonada de Gunkanjima (Isla de los Acorazados) ofrece un fascinante paisaje postapocalíptico. La isla, que en su día fue una próspera mina de carbón con una de las mayores densidades de población del mundo, quedó desierta en 1974. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus ruinosos edificios de hormigón son testigos de una época pasada y constituyen un lugar excepcional para la fotografía, al que sólo se puede acceder en excursiones guiadas desde Nagasaki.
Saboree la cocina mestiza de Nagasaki
El champon, emblema culinario de Nagasaki, ilustra a la perfección la mezcla de influencias que caracteriza a la cocina local. Este plato de fideos, originario del periodo Meiji, fue creado por el restaurante chino Shikairō para ofrecer una comida asequible y nutritiva a los estudiantes chinos locales. Consiste en fideos gruesos y masticables servidos en un rico caldo a base de huesos de cerdo y pollo, coronado con un generoso surtido de marisco, carne de cerdo y verduras crujientes como la col y los brotes de soja. Cada bocado cuenta la historia de los intercambios culturales entre China y Japón.
Otra especialidad que no hay que perderse es el sara udon, donde los fideos crujientes se cubren con un abundante relleno similar al champon, bañado con una salsa espesa y sabrosa. Esta preparación ofrece un interesante contraste entre el crujiente de los fideos y la cremosidad de la salsa, para una experiencia gustativa única.
El pastel de Castella, introducido por los comerciantes portugueses en el siglo XVI, se ha convertido en uno de los postres emblemáticos de Nagasaki. Este pastel suave y ligeramente dulce, elaborado con huevos, azúcar, harina y a veces miel, es un testimonio de la influencia occidental en la gastronomía local. Cada pastelería de la ciudad tiene su propia versión, con variaciones que van del matcha a la miel, siendo las más famosas las de Fukusaya y Bunmeido.
Otra especialidad local es el kakuni manju, una vuelta de tuerca al famoso "cerdo dongpo" chino. En esta versión de Nagasaki, se guisa una loncha de panceta de cerdo hasta que esté tierna y sabrosa y se envuelve en un bollo chino "bao", creando una fusión perfecta de técnicas culinarias chinas y japonesas.
Para descubrir éstas y otras delicias locales, los mercados de alimentos de Nagasaki ofrecen una experiencia auténtica. El "mercado matutino" del distrito de Katsumotoura y el mercado de Nagasaki Ekimae son lugares estupendos para degustar marisco fresco local, especialmente ostras, así como platos típicos como el kamaboko (pastel de pescado). Estos animados mercados, donde los vendedores exhiben con orgullo sus mercancías, son una excelente manera de sumergirse en la cultura gastronómica local y charlar con los lugareños.
Participe en festivales y actos culturales
El Festival de los Faroles, que celebra el Año Nuevo Chino, transforma cada año Nagasaki en un encantador espectáculo de luces entre mediados de enero y mediados de febrero. Más de 15.000 farolillos de colores iluminan la ciudad, especialmente el barrio chino, el parque Minato y la zona que rodea el puente Meganebashi. Este festival, que comenzó como una modesta celebración de la comunidad china local, es ahora uno de los acontecimientos más esperados del año. Los visitantes pueden admirar las danzas tradicionales del dragón y el león, contemplar espectaculares acrobacias y disfrutar de diversos actos culturales que crean una atmósfera mágica.
El Kunchi Matsuri, celebrado del 7 al 9 de octubre, es uno de los festivales de otoño más importantes de Nagasaki. Este festival tradicional tiene lugar en los terrenos del santuario sintoísta de Suwa-Jinja y celebra las influencias culturales chinas, holandesas y portuguesas que han dado forma a la ciudad. Entre los aspectos más destacados del festival se incluyen espectaculares desfiles de carrozas, bailes folclóricos y actuaciones de dragones chinos, todo ello en un ambiente festivo que atrae a multitudes de todo Japón.
El festival Kanoukaen, considerado el mayor festival del fuego de Nagasaki, se celebra todos los años el 29 de marzo. Alrededor de 200 participantes vestidos de samuráis desfilan con antorchas encendidas bajo los cerezos en flor del Parque Tachibana, creando un impactante espectáculo visual. Inspirado en una tradición que se remonta a más de 400 años, este evento combina la serenidad del hanami (contemplación de los cerezos en flor) durante el día con una llamativa procesión al anochecer.
En julio, el Festival Nagasaki Minato anima el puerto con un impresionante espectáculo de fuegos artificiales que puede admirarse desde las alturas del monte Inasa. Este acontecimiento estival reúne a lugareños y turistas en una alegre celebración que pone de relieve el excepcional entorno natural de la bahía de Nagasaki. Con sus motivos pirotécnicos reflejados en las aguas del puerto, este espectáculo es uno de los 10 fuegos artificiales que no hay que perderse durante el verano en Japón.
Cada 9 de agosto, la Ceremonia Conmemorativa de la Paz conmemora el aniversario del bombardeo atómico con especial solemnidad. Las ceremonias se celebran en el Parque de la Paz e incluyen homenajes, discursos oficiales y oraciones por la paz mundial. Este momento de recuerdo, al que asisten representantes de todo el mundo, reafirma el compromiso de Nagasaki con el desarme nuclear y la paz.
Organizar su estancia en Nagasaki: consejos prácticos
Lamejor época para visitar Nagasaki es de primavera a otoño, cuando el clima es suave y agradable. A finales de marzo-principios de abril se puede disfrutar del encantador espectáculo de los cerezos en flor, mientras que el otoño (octubre-noviembre) aporta magníficos colores a los jardines y parques de la ciudad. El invierno, aunque más frío, tiene la ventaja de acoger el Festival de los Faroles, un acontecimiento único que transforma la ciudad en un mar de luces.
Hay varias opciones para llegar a Nagasaki. En avión, el aeropuerto de Nagasaki está a unos 40 km del centro de la ciudad, con conexiones regulares desde las principales ciudades japonesas. En tren, el JR Kamome Limited Express va de Fukuoka (Hakata) a Nagasaki en unas 2 horas. Para ahorrar dinero y desplazarse fácilmente por Kyushu en tren, considere la posibilidad de adquirir un All Kyushu Area Pass.
Para explorar la ciudad, la red de tranvías de Nagasaki es una forma cómoda y económica, con un pase diario disponible por 500 yenes. Los principales lugares de interés están comunicados por esta histórica red, lo que añade encanto a la visita. Los autobuses completan la oferta para llegar a lugares más remotos, mientras que los taxis ofrecen mayor flexibilidad. La topografía accidentada de Nagasaki hace que caminar sea a veces exigente, pero ofrece a cambio unas vistas magníficas.
En cuanto al alojamiento, Nagasaki ofrece una variada gama de opciones. La zona central, cerca de la estación de ferrocarril, ofrece muchos hoteles modernos, como el Nagasaki Marriott Hotel, práctico para explorar la ciudad. Para una experiencia más tradicional, ryokans como el Nisshokan Bettei Koyotei ofrecen una muestra del estilo de vida japonés, con baños onsen y cocina local. También existen opciones más económicas, como el Almas Guest House o el Nagasaki Kagamiya, una casa tradicional japonesa donde los propietarios reciben calurosamente a los viajeros.
Para aprovechar al máximo la estancia, prevea al menos dos o tres días para descubrir lo esencial de Nagasaki. El primer día puede dedicarse a los lugares conmemorativos de la bomba atómica y el Parque de la Paz, el segundo a los barrios históricos internacionales como Dejima y Glover Garden, y el tercero a panoramas naturales como el monte Inasa y, eventualmente, una excursión a la isla de Gunkanjima. No dude en contratar los servicios de un guía local, que enriquecerá su conocimiento de esta fascinante y polifacética ciudad.
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